
BY: psicologa
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Libertad de elección
Lo que nos diferencia a los humanos es nuestro cerebro (Homo sapiens). La evolución llevó al desarrollo del lóbulo frontal (la corteza prefrontal) que es el simulador de experiencias, es decir, podemos experimentar acontecimientos (positivos o negativos) sin que hayan pasado aun en la vida real. Vamos a simular en nuestro cerebro, y vamos a tener emociones, con lo que imaginamos sin qué pasa. Es un arma de doble filo, ya que muchas veces lo usamos para tomar malas decisiones.
Dan Gilbert y su equipo de investigadores hicieron un experimento y preguntaron a un grupo de personas como de felices serian tras ganar la lotería o quedarse paralíticos en silla de ruedas, después de un año, como iban a ser felices. pregúntatelo tu ¿ como serias mas feliz, tras un año después de ganar la lotería o quedándote paralític@ en silla de ruedas?
Preguntaron a ambos, (ganadores de lotería y parapléjicos) tras un año desde que aconteció este suceso cuán felices eran.
Cuál fue el resultado, seguro que pensaste que tocarte la lotería, sin embargo, descubrieron que precisamente el 50 % de las personas que les toco la lotería eran felices y el 50% de los que quedaron parapléjicos eran felices.
La conclusión se llamo Ipact Bias, es decir, que hay una tendencia del simulador a funcionar más, ante varias elecciones crees que los resultados van a ser muy diferentes según la que escojas.
Sin embargo se ha estudiado que, aprobar o suspender un examen, ganar o perder unas elecciones, seguir o no seguir con tu pareja actual, etc, tienen un impacto parecido cuando pasa el tiempo. o sea, que da igual lo que escojas porque tu felicidad y resultados vitales no variaran excesivamente, al menos no, como tu simulas en tu cerebro ante tu elección.
Se ha comprobado que, después de 3 meses de sufrir un evento traumático, en la mayoría de las personas, no supone una alteración de nuestra felicidad.
El impacto que creemos que va a tener una elección dista años luz de la realidad, siempre nuestro simulador, nuestro lóbulo frontal, evaluara de forma distinta a la realidad.
Otros ejemplos que Dan Gilbert y su equipo de investigadores muestran para argumentar estos hechos.
Jim Wright, presidente de la cámara baja de los EEUU perdió su puesto, su dinero y su poder tras un escándalo publico. tras unos meses declaro que ahora estaba mucho mejor, psicológicamente, económicamente y mentalmente. De nuevo la realidad nos da una respuesta totalmente diferente a la esperada.
Moreese Bickhamn paso 37 años en la cárcel por un delito que no había cometido. salvo a los 78 años gracias a una prueba de ADN, y lo que se le ocurrió decir que no tenia ni un minuto para el arrepentimiento, fue una experiencia gloriosa.
Otro experimento fue realizado en un curso de fotografía en Harvard.
De todas las fotos que tomaron durante unos días, les dijeron a los estudiantes que imprimiesen 2 y una vez impresa solo podían quedarse con una. Tenían que elegir entre dos objetos. Al grupo2 tenían que imprimirlas y elegir una al momento y al grupo 1 le daban la opción de cambiarla a los 4 días.
El grupo 1, que tenia la posibilidad de cambiar, su felicidad era menor desde el primer día y son muy infelices el día justo de antes de la ultima oportunidad de cambiar, ya que tenían en su mente continuamente si era o no buena la elección, que se les agotaba el tiempo y tras los 5 días seguían siendo infelices ya que su mente les decía que tenían la posibilidad de haberse equivocado.
El grupo 2 que no tenían elección su felicidad era mayor desde el primer día, estaban satisfechos con su elección y 5 días después de la elección porque no había posibilidad de cambio.
Otro experimento en la universidad y les propusieron elegir en que concurso querían participar:
¿En qué concurso te gustaría participar?
1- En el que al final puedes imprimir dos imagines y elegir una fotografía pero con opción a cambiarla a los 4 días
2- Al final del mismo imprimes dos imagines y eliges una fotografía el mismo instante sin opción de cambio.
¿Qué crees que dijeron, concurso con opción o sin opción de cambio?
El 66%, 2/3 eligiera la opción de cambio, el camino de la infelicidad.
Si a ti o a mí nos piden a elegir, seguramente elegimos la opción que creemos que es mejor.
CONCLUSIONES DE ESTE ESTUDIO CIENTIFICO SOBRE LA LIBERTAD DE ELECCION
1- Siempre tomamos (tu y yo) el camino de la infelicidad porque creemos que tener a nuestra disposición diferentes opciones es bueno, cuando en realidad es al contrario.
2- Tener mas opciones no te garantiza que una de ellas sea mejor (o algunas sean mejores y otras gores) que si solo dispusieras de una sola y única elección.
3- La libertad de elegir es el enemigo nº1 de la felicidad: tu mente cree que siempre va a haber una mejor opción y otra peor y no sabrás elegirla correctamente.
5- Tu sistema inmunológico, tu felicidad, funciona mejor cuando no tienes elección.
6- Tienes que tener preferencias que te lleven a un lado u a otro, pero cuando te presionas demasiado por creer que la diferentes opciones te llevaran a futuros o a caminos muy diferentes y estás poniendo en riesgo tu salud mental .
EJERCICIOS
1- Mentalízate que tener más opciones te llevara a la infelicidad.
2- Mentalízate sobre tus decisiones no cambiaran drásticamente tu futuro, no es blanco o negro, no tienes una pistola en la cabeza.
3- Elige libremente y en paz.
4- Vivimos en una sociedad con multitud de estímulos que requieren nuestra atención, donde hay multitud de opciones. Tener preferencias claras ayudara a tus decisiones. Recuerda que tus emociones están unidas a tus pensamientos. Hay estados emocionales que te vitalizan o al contrario, son desvitalizasteis.

BY: psicologa
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Buena suerte, mala suerte
Buena suerte, mala suerte
Es una breve historia que nos hace reflexionar sobre el signo de las circunstancias que vivimos en la vida, y sobre cómo en determinadas ocasiones (no siempre, claro está) la lectura que podemos hacer de los acontecimientos, al ser a menudo parcial y limitada, no nos deja ver lecciones ulteriores que la vida nos muestra con el paso del tiempo.
Un cuento corto delicioso que da mucho que pensar, y que nos hace esbozar una sonrisa. Dice así:
“Una historia china habla de un anciano labrador, viudo y muy pobre, que vivía en una aldea, también muy necesitada. Un cálido día de verano, un precioso caballo salvaje, joven y fuerte, descendió de los prados de las montañas a buscar comida y bebida en la aldea. Ese verano, de intenso sol y escaso de lluvias, había quemado los pastos y apenas quedaba gota en los arroyos. De modo que el caballo buscaba desesperado la comida y bebida con las que sobrevivir. Quiso el destino que el animal fuera a parar al establo del anciano labrador, donde encontró la comida y la bebida deseadas.
El hijo del anciano, al oír el ruido de los cascos del caballo en el establo, y al constatar que un magnífico ejemplar había entrado en su propiedad, decidió poner la madera en la puerta de la cuadra para impedir su salida. La noticia corrió a toda velocidad por la aldea y los vecinos fueron a felicitar al anciano labrador y a su hijo. Era una gran suerte que ese bello y joven rocín salvaje fuera a parar a su establo. Era en verdad un animal que costaría mucho dinero si tuviera que ser comprado. Pero ahí estaba, en el establo, saciando tranquilamente su hambre y sed. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaron para felicitarle por tal regalo inesperado de la vida, el labrador les replicó: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”.
Y no entendieron…
Pero sucedió que, al dia siguiente, el caballo ya saciado, al ser ágil y fuerte como pocos, logró saltar la valla de un brinco y regresó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaron para condolerse con él y lamentar su desgracia, éste les replicó: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!”.
Y volvieron a no entender…
Una semana después, el joven y fuerte caballo regresó de las montañas trayendo consigo una caballada inmensa y llevándoles, uno a uno, a ese establo donde sabía que encontraría alimento y agua para todos los suyos. Hembras jóvenes en edad de procrear, potros de todos los colores, más de cuarenta ejemplares seguían al corcel que una semana antes había saciado su sed y apetito en el establo del anciano labrador. ¡Los vecinos no lo podían creer! De repente, el anciano labrador se volvía rico de la manera más inesperada. Su patrimonio crecía por fruto de un azar generoso con él y su familia. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su extraordinaria buena suerte. Pero éste, de nuevo les respondió: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”.
Y los vecinos, ahora sí, pensaron que el anciano no estaba bien de la cabeza. Era indudable que tener, de repente y por azar, más de cuarenta caballos en el establo de casa sin pagar un céntimo por ellos, solo podía ser buena suerte.
Pero al día siguiente, el hijo del labrador intentó domar precisamente al guía de todos los caballos salvajes, aquél que había llegado la primera vez, huído al día siguiente, y llevado de nuevo a toda su parada hacia el establo. Si le domaba, ninguna yegua ni potro escaparían del establo. Teniendo al jefe de la manada bajo control, no había riesgo de pérdida. Pero ese corcel no se andaba con chiquitas, y cuando el joven lo montó para dominarlo, el animal se encabritó y lo pateó, haciendo que cayera al suelo y recibiera tantas patadas que el resultado fue la rotura de huesos de brazos, manos, pies y piernas del muchacho. Naturalmente, todo el mundo consideró aquello como una verdadera desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!”.
A lo que los vecinos ya no supieron qué responder.
Y es que, unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Pero cuando vieron al hijo del labrador en tan mal estado, le dejaron tranquilo, y siguieron su camino. Los vecinos que quedaron en la aldea, padres y abuelos de decenas de jóvenes que partieron ese mismo día a la guerra, fueron a ver al anciano labrador y a su hijo, y a expresarles la enorme buena suerte que había tenido el joven al no tener que partir hacia una guerra que, con mucha probabilidad, acabaría con la vida de muchos de sus amigos. A lo que el longevo sabio respondió: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”.
Y es cierto que, en muchas ocasiones, lo que nos parece una bendición acaba convirtiéndose en una pesadilla, mientras que en tantas otras, lo que parece un revés, quizás nos abre la puerta a una situación que, con el paso del tiempo, agradeceremos.
Un cuento sobre el que merece la pena, y mucho, detenerse a reflexionar.
Besos y abrazos